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El vino en las jarras de barro, un tradición recuperada

Como todos sabemos, el consumo de vino tiene una dimensión social muy relevante. Si miramos atrás en el tiempo, podremos comprobar que tradicionalmente ha formado parte de los ritos religiosos, de las festividades y de cualquier otra faceta de la vida de las personas. La alfarería comenzó como oficio fabricando sus productos para ciertas actividades agrarias aunque pronto amplió su funcionalidad y fomentó trabajos de producción como, por ejemplo, la elaboración de vino. La jarra de vino de barro ha sido una de las pocas formas de la cerámica para el vino que funcionalmente ha perdurado hasta nuestros días. En nuestra fábrica, con cerca de 100 años de historia, fabricamos con la arcilla más adecuada jarras de barro de diferentes tamaños para restaurantes y el ámbito doméstico.

Miramos atrás en la historia, ámboas o vasijas del Antiguo Egipto

Podemos ver ya desde muy temprano esta relación tan estrecha entre la cerámica tradicional y el vino en el Antiguo Egipto. Se han encontraron grandes ámboas (de forma ovoide y grandes dimensiones) de barro cocido con restos de vino datadas en el 8.000 a.C. Estas vasijas tienen la peculiaridad de tener en su parte inferior una espita, situada concretamente a cierta altura de la base para facilitar la separación de los posos. La presencia de esa canilla marcaría, según los expertos, la diferencia con las tinajas que se empleaban para almacenar agua o aceite. Parece ser que formaron parte del menaje funerario de la época, cuando se fermentaba el mosto en cerámicas.

A lo largo de la historia, las jarras de vino de barro consiguieron un protagonismo absoluto como lo demuestra las jarras de Loñoá de las Ollas, un tipo de recipiente de barro más humilde para el consumo diario del vino en el ámbito doméstico. Al mismo tiempo surgió la denominada “jarra de las fiestas”, específica para días señalados y encuentros populares, que llevaba un cordón para facilitar su transporte y diversas incisiones decorativas. Como forma de diferenciar una jarra de agua de otra de vino, en Terra Chá lo hacían por el beso, que era mucho más cerrado y estrecho en el caso de las jarras de vino para procurar beber poco a poco.

Con la recuperación de la jarra de vino se ofrece un valor añadido

Actualmente numerosos mesones y restaurantes rústicos sirven el vino en jarras de barro. Así mismo se utilizan en aquellos hogares cuyas familias tienden hacia la recuperación de los sabores antiguos y los sentimientos de antaño, cuanto más puros, mejor.

Os recomendamos las jarras de barro por su larga duración y su fácil mantenimiento. Estas pueden usarse durante 60 años mientras sean bien tratadas, realizando un buen lavado con agua a presión tras su uso y dejándolas que permanezcan en un lugar seco donde idealmente corra el aire. Además o recomendamos que a ser posible, siempre estén llenas o, por lo menos, destapadas en caso de estar vacías. ¡Salud!

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